sábado, 21 de marzo de 2020


Que yo nací loba…porque princesas sobraban  


Me escapé…!mierda! Quizás no nací para quedarme entre cuatro paredes…no sé si es adicción o miedo a volverme de piedra. Yo, que me escuché mil veces diciendo que no se puede tener todo. Yo, que pensé que inventando cuentos me daría por satisfecha. Yo, que tanto hablé de valores y me enorgullecí de saber lo que quería. Yo, bueno…TÚ.

Tú…

Luna llena, y yo ya me había cerciorado de tener las puertas y ventanas selladas. Mi tobillo atado con un hilo rojo a la pata de la cama. Luna llena, y otra vez ese dolor en el pecho, no pasaba el aire, me ahogaba, me quemaba…luna llena, y tus aullidos se volvían insoportables, la cabeza me va iba estallar.

No debía salir! La calle es peligrosa! Adictiva… o quizás eras tú el adictivo… Solamente recuerdo que no podía respirar, el pulso me iba a mil, notaba como si el corazón fuera a salirse por mi boca y…lo hice. Arranqué el hilo al que estaba atado mi tobillo (coja otra vez), corrí escaleras abajo y abrí la puerta. Recuerdo que en ese momento paré de golpe, justo en el quicio de la puerta. Sabía que si daba un paso más me tocaría enfrentarme a lo desconocido y eso es lo que más miedo nos da a los humanos: lo desconocido, la falta de garantías…”y si no sale bien?”, “y si cuando me de la vuelta la puerta está cerrada?”, “ y si hace frío”?...maldito “Y SI”…

Y fue entonces cuando apareciste, como un puto perro salvaje dentro de tu ropa de marca. Olías a madera, a lluvia, a viento. Llevabas una chaqueta gris de lana así que entiendo que hacía frío, pero yo iba descalza y solamente recuerdo calor. Pero era un calor raro…era calor de hogar, de fuego, de sol, de vida, de pasión. Contigo la ropa sobraba. Solamente dijiste una palabra: “juegas?” y entonces di aquel paso. Volvía a estar sobre el asfalto mojado, descalza, como hace años…perra, pero esta vez no era vagabunda. Esta vez salí yo de casa, para bajarme de los tacones y ponerme a cuatro patas.

Nunca olvidaré esa primera noche…nunca olvidaré esa sensación de cogerme a mí misma, de volver a abrazar lo que en realidad soy. Me sentía…libre. Sentía que podía ser yo en toda mi esencia y…hacía tanto tiempo que no sentía eso… Pasamos horas (que parecían minutos) por las calles. Yo hablaba sin parar y, aunque normalmente me pasa eso cuando estoy nerviosa, no era ese el motivo! Era que me sentía como en…casa. Que raro, tuve que salir de ella para sentirme así. Nunca habéis tenido la sensación de sentirte en casa sin estar en ella? Sentirte en casa…en una persona?...seguro que sabéis de lo que hablo. Al fin y al cabo, la palabra “CASA” no deja de significar otra cosa que “seguridad” (por eso los niños gritan “casa” para salvarse en sus juegos). Contigo podía estar desnuda, descalza, perdida…que daba igual, eras casa. En una noche te conté mis sueños,  mi extraña forma de ver la vida, cuando de pequeña soñaba con irme con el circo…parecía como si estuviera delante de un espejo.

Me llevaste a un parque. Qué diferente se vuelven las cosas de noche, sitios donde has estado se llenan de magia y se tiñen de colores que les sientan mucho mejor. Y ese parque dejó de ser una zona de juegos infantiles para ser el tablero de nuestro juego. 
Yo hablaba, como siempre, tú me mirabas con gesto amable, como quien observa a un niño jugando a escondidas. De pronto me di cuenta de que tu mano acariciaba la mía. Fue ahí cuando fui consciente de que llevaba sin sentir el contacto demasiado tiempo…sabía que no era lo que debía hacer, pero ¡joder! ¡Lo necesitaba tanto!
Nuestras manos jugaban mientras yo seguía hablando, estaba tan cómoda, sentía que me escuchabas…te miraba a los ojos sin callar y tu reías calmado y te acercabas cada vez más a mí. Entonces me acariciaste la cara y acercaste tus labios a los míos y yo callé. 
Creo que no me equivocaría si catalogase ese beso como el más “real” que he sentido en mi vida. Ni tú preguntaste ni yo contesté. Ambos sabíamos que esos besos tenían tanto de reales como de traidores, pero es que yo…yo nunca dije que lo hubiera hecho todo bien en esta vida.

Pero empezó a salir el sol y me vi de nuevo en el quicio de aquella puerta. Me preguntaste por qué volvía a entrar…no supe, tampoco quise, explicarte lo que era estar en la calle…¿de veras no viste mi marca del cuello?...estuviste muy cerca… Miraste mi hilo rojo del tobillo y simplemente entré. Me quedé apoyada sobre la puerta cerrada durante varios minutos. No volví a atar mi hilo rojo.

Y el sol volvía a esconderse al día siguiente. Y aunque no era luna llena mi ventana estaba abierta, y tu olor a madera volvía hasta mi…y yo volvía a bajar aquellas escaleras. Y volvía a cruzar esa puerta. Y vivía las aventuras más increíbles con las que una vez soñé. 
Cocinamos sushi dulce, atravesé cristales, jugamos como niños, bailamos bachata, nos colamos en parques de bolas, dejaba botellas de agua por todas partes, hicimos pactos en un cuaderno de sueños, improvisamos pic-nics, dirigimos coches perdidos, inventamos el fin del mundo en una barca hacia el horizonte, la gente nos miraba con envidia…  
Y cada mañana, antes de que amaneciera, volvía a entrar de nuevo en mi casa. Y cada vez que cerraba la puerta dejándote fuera volvías a preguntarme susurrando “¿porqué vuelves?”…y como siempre…yo callaba.

Poco a poco fui dejando de ser princesa para convertirme yo en la que aullase a la luna. Cambié mi ropa de marca por algo más cómodo. Me solté el pelo y dejé de arreglármelo. Mi cuerpo se movía prácticamente solo…. Me hacías sentir joven, única, diferente, valiente…libre. 
Y parece que me acostumbré a ti en un solo día…que en un solo baile te entregué mi vida.

No fue mucho tiempo, pero te juro que sentí que eras esa parte que me faltaba para completarme. Muchas veces he escuchado las teorías sobre el “amor a primera vista”, los “flechazos” y la gente que se empeña en decir que son tan solo ideas de románticos y escritores, pues yo lo he rozado. Y si miras dentro de ti, sabes que tú también. Lo rozaste…pero da miedo. Es tan intenso que se escapa de la lógica. 
Aparece alguien que encaja perfectamente en ti, sin necesidad de hacer ningún tipo de recorte. Lo sentiste, estoy segura.

Pasaron los meses, y una madrugada de camino a casa me hiciste la pregunta antes de llegar a la puerta. Yo iba delante de ti, tiraste de mi brazo con fuerza hasta quedar a penas a unos milímetros: “¿porqué vuelves?”. Me giré y te llevé a primera ventana que encontré. Te brillaban los ojos. A mi me faltaba el aire. Y entonces quisiste entrar. 
Te advertí…!los humanos  saben cómo hacerlo! Todo parece ser perfecto…!pero es una farsa! Te incitan con ropas de marca, sus billetes de colores, eso que llaman “hogar”…huele a café, parece que hace calor pero en cuestión de tiempo te conviertes en hielo. Parecías un niño con un juguete nuevo, tus ojos brillaban al mirar hacia arriba y ver un techo…me ofreciste tu mano para ayudarme a entrar, pero me quedé en la puerta, esperándote. 
Tu no volviste a salir…

Nunca entendí que te dejaras cazar. Jamás entendí tu obsesión por entrar. Decías que todo parecía más fácil ahí dentro…cobarde! Dentro…alguien como tú muere en vida! Es como un dulce veneno suministrado gota a gota, que te va matando poco a poco.
La monotonía, los estándares sociales, las normas que te dicen hasta cuándo respirar y el ritmo exigido, los pasos que DEBES seguir en el amor (en el AMOR!), la edad a la que DEBES ser padre, el tipo de pareja con la que DEBES estar, el maquillaje que DEBES usar, lo que está bien y lo que está mal, lo que DEBES sentir…

Te dejaba botellas de agua por todas partes…ahora entiendes porque? De veras no te ahogas? Ahora beberás en vaso…de cristal! Cuidado que se rompen con mirarlos! Ah! Y aprende a expresarte bien, que ahí nadie terminará tus frases ;). El “peto” me lo quedo yo, tu vístete de marca.

Te explico cómo funciona lo que has elegido:

Estudia y, cuando termines, busca un buen trabajo (recuerda: cuánto más dinero, más importante serás). 
No trabajes menos de 60h a la semana, está mal visto que tengas tiempo para ti pudiendo ser horas más rentables. 
Échate novia cuando lo hagan tus amigos, sino corres el riesgo de ser el “raro” o quedarte solo. A ser posible ella debería ser menor que tú o de tu edad (aquí funciona así, hay un documento llamado DNI que marca a quien debes acercarte), a poder ser que hable poco, sea conformista, y tenga una buena posición y saber estar, que sepa llevar tacones y el pelo arreglado (vas entendiendo por qué no llegué a encajar, verdad? ;) ). Lo que sientas por ella tampoco importa mucho si cumple los requisitos, porque…cuando no hay nada contra lo que luchar todo es más fácil. 
Cuando llevéis tres años más o menos pídela matrimonio con un anillo y poniéndote de rodillas, casaos, y al año tened vuestro primer hijo.  Mucho cuidado que ella no pase de los 35! Sería terrible de cara a los demás!!  (aquí los tiempos son muy importantes). Ya habrás conseguido TU FAMILIA!! (y esto, es una de las cosas más importantes en esta vida, tanto dentro como fuera de esas paredes). Ahora solamente tienes que seguir trabajando para seguir ganando más dinero, aguantar en tu matrimonio “perfecto” según las reglas y transmitirles a tus hijos las normas de esta vida para hacer las cosas bien (no hablamos de felicidad) y NO SUFRIR. (Pero recuerda….ni sufrir, ni ser feliz…NO EXISTE LA UNA SIN LA OTRA).

Guarda bien tu lista de tareas, amor, y no te desvíes…pero, cuando sientas que te ahogas, que tu cuerpo está dormido, que no eres capaz de escuchar tu corazón, procura que tu hilo esté bien sujeto a la pata de tu cama, porque te aseguro que escucharas mis aullidos y, te van a volver loco.

Yo tan solo puedo ofrecerte calor… la piel erizada, miedo quizás, pero también ilusión, risas, pies descalzos…Tengo noches de peli y mantita, pero cada día en un sitio y pocas veces llegarás al final de la película…te puedo dar una familia, que quizás no sea la estipulada pero cada uno que la forme sabrá el significado real de esa palabra, “FAMILIA”.

Yo tan solo puedo ofrecerte esa sensación de completarte sin necesidad de conocerte, esa que solamente conocemos tu y yo y que tanto miedo da. Yo tan solo puedo darte TODO.

Y mientras, me quedaré aquí, sentada en mi escritorio con mi hilo rojo en el tobillo, destrozado ya de tanto escaparme. Con los ojos cerrados para sentirme fuera. Ya no sé si nunca hay luna llena o es que no se ve desde estas 4 putas paredes... pero desde luego…ya no te escucho aullar. Te quedaste…entre 4 pareces, como un adorno más para hacer la casa bonita.

 Eres TÚ, el único que tiene garras aún para poder arrancarme de aquí, aunque me dejes marcada para siempre.

Cada uno en su casa, cuando…casa…eres TÚ.
                               
Puede que, en otro momento, en algún otro lugar, quizás simplemente…en otra vida.
2022…te echo de menos.

 
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