lunes, 24 de octubre de 2011
Ángeles...
jueves, 30 de junio de 2011
EL PACTO...
martes, 26 de abril de 2011
Ludópatas de la vida... (2ª parte de "Jugamos??")
Si le das una presa, el león de circo cazará. Si le abres la puerta, el pájaro se irá. Si juegas…sentirás! Sufrirás, llorarás, pero tras cualquier pequeño triunfo…querrás volver a jugar.
Mi juego comienza cuando cierro los ojos, en cualquier lugar y en cualquier momento. Decido que estoy cansada de la rutina. Decido que estoy cansada del miedo que se empeña en paralizar mis sentidos. Y sé que es en ese preciso instante, cuando entro en mi juego, el momento en que puedo ser quien yo quiera y hacer lo que yo desee o…cuando puedo ser yo en toda mi esencia.
Entonces me convierto en princesa presa, en vagabunda, en una mujer gladiadora, en un hada nocturna, en princesa de las tinieblas…y, elija lo que elija, siempre estás tú: mi pequeño gigante…has decidido jugar conmigo y no te voy a dejar escapar. Porque sin ti no hay juego. No me gustan los solitarios, nunca he sido capaz de ganarme a mí misma, demasiado…¿tramposa?
Y hoy…hoy quiero ser yo el diablo. Hoy no soy la que mueve las fichas blancas, no soy pequeña ni frágil. Hoy soy una amante del diablo a la que le han dado el poder de guiar tu alma por una sola noche. Si ese poder lo hubiera tenido cuando era inocente y miedosa…pero es que solo el diablo dispone de él!
Juego con tu alma, tú hoy no juegas… decido quitarte la luna, esa que acalla tus lamentos, y te vuelves débil al momento. Me encanta la noche. No hay luz que te guíe sin ese astro tan codiciado. Así que tan sólo puedes guiarte por mí, hasta mí. Y llegas a un pequeño castillo que nada tiene que ver con tu gran palacio dorado. Un castillo que más bien se asemeja a tus mazmorras. Las enredaderas cubren las piedras de mi hogar siniestro. Por el camino tus ojos se han ido acostumbrando a la oscuridad y eres capaz de ver la gran puerta de madera. No quieres entrar, deseas con todas tus ganas volver a tu luminoso palacio custodiado por la inmensidad de la luna. Pero echas la vista atrás y no encuentras camino alguno. Desesperado buscas refugio en los arbustos cercanos, no quieres entrar…no quieres sentir…
Pero no te has dado cuenta de que yo estoy en lo alto del ruinoso torreón. Esta vez puedo mirarte desde arriba aun siendo diminuta a tu lado. Y muevo tus hilos desde esa posición porque al fin he aprendido como puedo llamar tu atención. Hay algo que solo puedo darte esta noche. Con un giro rápido de muñeca alzo tu brazo para que golpees la puerta. Tiras fuerte en sentido contrario para escapar, pero no te has dado cuenta de que los hilos están hechos de alambre…fuiste tú el que me enseñaste que la dureza a veces es como esa tirada de dados que te hace ser el vencedor! Maestro de juegos superado por su alumna.
Llamas con fuerza, ¡la lucha es lo que tiene!…Y la puerta se abre. Atemorizado te tapas los ojos para no ver lo que te espera al otro lado. Giro de muñeca de nuevo y tus manos te dejan sin escudo. Mi risa suena hasta doler. Pero no soy el diablo amor, tan sólo una de sus amantes, ¿acaso no ves la diferencia con tanta oscuridad rodeándonos? Tan solo debes dejarte llevar, sentir…
Tras la puerta una luz lo invade todo, hasta el punto de alumbrar desde dentro de mi castillo tu camino de vuelta al gran palacio. Sólo tienes que girarte y…huir! Es fácil!
Suelto tus cables, los dejo caer. Eres libre pequeño gigante! Pero no te vas. No puedes irte ya que esa inmensa luz te atrae como si de tu polo opuesto se tratase. Notas como dejas de ser mi títere para ser el suyo. Tratas de entrar, pero…eres demasiado grande. Apenas cabe uno de tus brazos por la puerta. No dudas en meterlo para intentar alcanzarla. “Ey! Pequeño gigante! No es tan difícil…” grito desde lo alto. Miras hacia arriba y me ves, tan blanca como siempre. Con solo mirarme a los ojos sabes de sobra lo que tienes que hacer. Tan sólo tienes que soltar algo de peso! Dejar salir todo el calor, cariño, amor, lágrimas y corazón que guardaste de más en tu cuerpo cuando eras humano, a sabiendas de que ese cuerpo convertido en saco podía estallar en algún momento. Tan solo compartir alguno de tus sentimientos. Nada más. Así de sencillo y de complicado al mismo tiempo.
Tratas de abrir la boca, pero algo te lo impide. Esta vez no son mis cuerdas… Tampoco eres mudo, aunque hayas aprendido a vivir de ese modo. Lo que te falta realmente es valor…o algo que merezca la pena lo suficiente: La luna. Tienes la luna a tu alcance, a tan solo unas palabras, pero no puedes.
Metes tu brazo por la puerta y tratas de cogerla. Con la fuerza que haces mi castillo comienza a desquebrajarse, es viejo y está dañado. “maldito cabezota!” grito desde arriba. Son las seis y 17 de la mañana y el sol va a salir. Mi pacto con el diablo termina aquí. Lloro de impotencia por no haber alquilado mi alma por una noche más. Lloro de impotencia por no haber conseguido en esta noche que cruzaras la puerta. Me miras, pero no dices nada. Jamás dices nada! Vuelves a intentar llegar hasta tu luna, con más fuerza esta vez. Algunas rocas del torreón caen sobre tu espalda pero ni te enteras. Tu cuerpo no siente algo tan pequeño. Sale el sol. Un día nuevo. Bajo la luz el castillo tiene un encanto especial. Está cubierto de un manto verde decorado por lágrimas del rocío. Ya no se parece a tus mazmorras, más bien a tu precioso jardín. De pronto sientes algo frío sobre ti, gotas. Miras a lo alto del torreón pensando que son mis lágrimas, pero…el torreón ya no está. Lo tienes alrededor tuyo hecho añicos. Simplemente está lloviendo.
Ahora sí. Dejas de intentar alcanzar la luna y comienzas a apartar rocas que son como granos de azúcar en tus manos. Ves mi vestido negro asomar por un agujero. Está empapado, pero no por la lluvia…por tus lágrimas! ¿Así que resulta ser cierto eso de que no te das cuentas de lo que tienes hasta que lo pierdes? Te haces tan pequeño en tan poco tiempo… Tus lágrimas se mezclan con tus palabras que salen atropelladas tras años de silencio. Pareces tan frágil…eres como un niño, perdido. Ya no necesitas tu gran Palacio de oro, ni tu grandiosa luna. Tan sólo necesitas descansar un poco. Ser humano es agotador. Miras hacia la puerta. La maravillosa luz sigue ahí dentro. Entras. Ya cabes…de sobra. Desnudo, sin tus grandes ropas, sin tus joyas, sólo tú. Humano. Pasas por delante de la luz tapando el reflejo que es demasiado intenso. Comienzas a subir las escaleras. Notas tu corazón palpitar, vuelves a estar vivo.
“Ey! Pequeño gigante!” grito. Te das la vuelta sorprendido, pero tanta luz no te deja verme. “¿Acaso no quieres aquello que tanto ansiabas?”. No esperaba contestación alguna, me había acostumbrado a tu silencio. “No es la luna lo que ansiaba. Ni tesoros, ni palacios…Te deseaba a ti, pero eras demasiado pequeña para poder verte, o yo…demasiado grande”. De pronto la luz desaparece y apartas tu brazo de tu cara. Me acerco y te beso. “Mi nombre es Luna”. Apenas eres unos centímetros más alto que yo. “Yo soy Eduardo”.
Una partida siempre es imprevisible. Cada uno gana a su manera. Algunos simplemente aprenden a jugar. Tenemos la fea costumbre de dejar de jugar la vida cuando dejamos de ser niños. Cuanto más grande es lo que podemos ganar, mayor es lo que nos arriesgamos a perder…nos volvemos cobardes. Para un humano no jugar la vida, es como tener a un pájaro enjaulado o un león en el circo. Se acostumbran ya que no conocen otra cosa, pero sus instintos están ahí y jamás desaparecerán.
Si le das una presa, el león de circo cazará. Si le abres la puerta, el pájaro se irá. Si juegas…sentirás! Sufrirás, llorarás, pero tras cualquier pequeño triunfo…querrás volver a jugar.
En el fondo tan sólo somos…unos Ludópatas de la vida.
martes, 29 de marzo de 2011
Eclipse...
Shhh….te lo cuento bajito, para no despertarte. Los secretos tan solo se cuentan mientras la otra persona duerme para que al despertar no sea capaz de diferenciar lo que es real de lo que no. Te voy a contar un cuento, al oído, susurrando cada palabra para que pueda llegar hasta tus sueños sin apenas molestarte.
¿Sabes que tan sólo dos días a lo largo de todo un año los astros se alinean para cubrir el mundo de oscuridad? Eclipse lo llaman. Y cada 50 años, bajo la influencia de la luna en todo su poder, haciéndose dueña del sol por tan sólo unos minutos… nace en el mundo un bebé marcado con una doble luna sobre su piel. Alguien que está destinado a vivir tan solo conforme a sus impulsos. Alguien que no será guiado por el sol y la luna como el resto. Que no conoce el equilibrio entre razón y corazón tan necesario para vivir en armonía. Igual has oído hablar alguna vez de que los humanos nos regimos por dos cerebros: el racional y el emocional que, normalmente, se compensan entre sí. Éste bebé es distinto. Este bebé nace en un cobertizo de un pequeño pueblo, y es una niña. Su nombre es Nalu. Su característica principal, como ya has podido imaginar, es que ha nacido para vivir en la oscuridad, guiada tan solo por la luna. No puede ver la luz del sol. Su tez es tan blanca como la niebla, y sus ojos de un verde tan intenso que incluso en la más completa oscuridad se puede apreciar su color.
Mientras todos sueñan, como haces tú ahora, ella vive en soledad. ¡Pero no te pongas triste! Ella no conoce otra manera de vivir y ha aprendido a ser feliz y así seguirá hasta que no tenga nada más con que compararlo. ..Nalu creció acompañada tan sólo de un búho que su madre compró para que cuidara de ella por las noches y no se sintiera tan sola. Todas las noches, al ponerse el sol, Nalu salía del cobertizo a jugar en el jardín. ¿Sabías que en la noche miles de criaturas salen al mundo para mostrar su verdadera forma? Y resultan ser los seres más extraños y vulnerables, aquellos que no se atreven a mostrar su verdadera naturaleza a la luz del día. Nalu no era una de ellos, tan sólo era una joven que nació para ser guiada por su lado más emocional y visceral. La jovencita pasaba las noches disfrutando cada segundo y cada minuto de las sensaciones que guardaba la penumbra; el olor de la hierba recién regada, el canto de los grillos, la luz de las estrellas…Conocía cada sonido de la noche, y conocía también cada animal o ser que vagaba por la oscuridad.
Poco a poco, Nalu fue adquiriendo un gran don…consiguió llegar a ser una de las mejores contadoras de cuentos que podría haber existido. Pero claro, los cuentos se narran antes de dormir y ella…no tenía a quien contárselos a parte de las criaturas de la noche, con quienes compartía su vida.
Tras los años consiguió como aliados a los lobos, que le enseñaron a utilizar su rabia para cazar; a las luciérnagas, que le mostraron como hacer de su ansiedad una forma de buscar el camino en la oscuridad; a los murciélagos que le ayudaron a no perder jamás el rumbo; y a los petauros, que le educaron en la habilidad de esconderse entre las sombras;
Una noche de luna llena, mientras Nalu narraba uno de sus cuentos nuevos, escuchó por primera vez ¡un sonido que no era capaz de reconocer! Pidió silencio a sus espectadores para atender bien aquel extraño ruido y poder averiguar de dónde provenía.
-“shhhh…”.- susurró la jovencita.
La noche se quedó en completo silencio y Nalu escuchó de nuevo aquel sonido. ¡Venía de detrás de la verja del jardín! Salió corriendo, se asomó de puntillas y lo vio. Algo se escondía tras la maleza del otro lado del jardín. ¡Pero ella no podía salir de aquel jardín! Su madre la enseñó desde bien pequeñita que lo que había al otro lado no era para ella. Le estaba prohibido salir de aquel lugar. Como ya te conté al principio de nuestro cuento…mientras Nalu no conociera nada más, sería feliz con su vida de noctívaga.
Nalu dudaba. Recorría el cerco que marcaba la valla de un lado a otro, nerviosa. Pero poco tardó en decidirse. Su naturaleza afloró, y su sangre comenzó a recorrer su cuerpo con fuerza. La pasión se apoderó de ella. Su corazón se aceleró hasta el punto en que sus fuertes latidos consiguieron acallar las voces de su lado más racional y, finalmente , saltó la valla y comenzó a explorar…el exterior. Siguió el camino de tierra que había tras la valla. En cuestión de minutos, ante ella, apareció un pequeño pueblo. Un pueblo que contaba tan sólo con una calle decorada de pequeñas casas a ambos lados y una especie de cobertizo al fondo de ella. Parecía un pueblo abandonado. Todo estaba oscuro y en silencio. Nalu se acercó a la primera casa del camino y se asomó por una de las ventanas. ¡Una pareja dormía abrazada! Pero…!qué forma de desperdiciar un abrazo! Pensó Nalu. Se quedó un rato observando a la pareja, en silencio, y de pronto pensó: “ya sé lo que están haciendo…!están compartiendo sus sueños!” ¿Podría haber algo más bonito y mágico que eso? Nalu fue casa por casa observando detenidamente tras las ventanas. Bebes soñando con ríos de leche, niños aplacando sus terrores con tenues luces, una niña que duerme entre sus padres…y tú. Al final de la calle estabas tú. Llamando la atención en esa noche tranquila con tus quejidos cortantes, con tu voz oscura.
Estabas despierto. Bajo la cálida luz de las velas tu espalda. Mirabas un bloque de madera. Cientos de objetos llenos de magia se repartían por toda tu habitación, pero tu tan solo mirabas aquel trozo de madera grande que tenías frente a ti. Nalu pasó las horas mirándote y algo despertó en su interior. Por primera vez sus instintos hacían mella en su interior, tal y como la advirtieron que sería su condición. Pasaron las horas y te acostaste. Cuando llevabas tiempo dormido y ya estabas inmerso en tus sueños Nalu entró en tu cuarto, guiada tan sólo por sus impulsos. Se acercó a ti, y te miró con detenimiento. Eras hermoso. Irradiabas pasión por todos tus poros. Pero…!no tenías paz en tu interior! Nalu se tumbó junto a ti, sintiendo tu aliento cálido sobre sus labios, os separaban apenas dos milímetros...
Pasaron las horas y algo debías estar soñando para que tu gesto se endureciera de aquella forma. Nalu se moría de ganas de abrazarte, de acariciarte para apartar tus pesadillas, pero no podía. Se le ocurrió algo para apaciguar tus sueños: te contaría uno de sus cuentos… Comenzó a susurrar una de sus historias hasta que tu gesto se relajó.
Día tras día, ¡perdón!, noche tras noche, Nalu esperaba a la puesta de sol para salir a toda prisa hacia el pueblo y, escondida entre las sombras, observarte mientras trabajabas. Aquel trozo de madera comenzó a esculpirse. Lo arañabas con fuerza. Nalu miraba ensimismada tus brazos y tu pecho al descubierto, congestionados por la fuerza con la esculpías tu trabajo. El pelo caía sobre tu frente, empapado en sudor. Y, noche tras noche, Nalu se acostaba frente a ti y te contaba uno de sus cuentos mientras admiraba toda la belleza que tenías encerrada.
Así, la joven decidió quedarse junto a ti cada noche para velar por tus sueños. Esperaba a que te acostaras para tumbarse a tu lado y, sin ni siquiera rozarte, susurrarte al oído uno de sus cuentos.
Pasó el tiempo y una de las noches en que Nalu se acercó a tu taller se sorprendió al verte durmiendo tan temprano. Echó un vistazo a la habitación y pudo ver que el gran bloque de madera estaba tapado con una sábana. Habías terminado y dormías en paz, tranquilo. Ya no la necesitabas… Nalu se dio la vuelta y volvió a su cobertizo. El alba se acercaba y por primera vez en su vida un calor abrasador le quemaba por dentro, su sangre ardía…sus instintos la llamaban. ¡Necesitaba la noche para poder respirar! Y aún le quedaba todo un día por delante…
¿No has oído nunca que siempre queremos lo que no podemos tener? Es cierto, es algo que nace con nosotros, y Nalu ansiaba acostarse junto a ti más que nada el mundo. Finalmente se durmió al salir el sol, su cuerpo la abandonaba al alba, pero le sacudía una especie de ansiedad que transformaba sus sueños en pesadillas. Sudaba, pataleaba, su respiración se entrecortaba, y entonces…una bocanada de aire entró por su boca y la llenó de paz.
-“shhhh…te lo cuento bajito, para no despertarte…” me susurraste al oído antes de besar mi cuello. Lo intenté, con todas mis fuerzas, pero no fui capaz de despertar..El día no era para mí. Tan sólo con la luna en todo su poder, haciéndose dueña del sol por apenas unos minutos…conseguí abrir los ojos y verte. Sin apenas mediar palabra me convertí en lo que era y saqué de ti toda la pasión que ponías a tus trabajos. Nos convertimos en uno sólo. Todo era instinto, fuego, pasión… Y a partir de esa noche decidimos vivir de esta manera: tu velarías mis sueños con secretos por el día y yo los tuyos con mis cuentos por la noche, para esperar así nuestro momento, tan breve pero intenso. El momento en que la noche y el día se unen, en que tu astro y el mío se ansían de tal forma que nada puede luchar contra nuestra atracción. Dos días a lo largo de todo un año. El momento en que los sueños se llevaban a la realidad, sin secretos, sin susurros, sólo tú y yo. Noche y día en plena armonía.
“shhhh….despierta amor…tenemos unos minutos…”.
lunes, 21 de marzo de 2011
Proyecto MarionaBD
Os comento un poquillo...Voy a tratar de llevar hacia delante un proyecto cargado de ilusión. Busco toda clase de artistas: escritores, fotógrafos, locutores, músicos, estilistas, ilustradores, decoradores....todo vale! Lo que pretendo es sacar un tema cada 4 meses para que tengáis tiempo de preparar vuestras propuestas y, hacer una exposición (o varias) con lo que queráis presentar para daros a conocer...Eso sí, los proyectos siempre tendrán que llevar la estética de Mariona BD. Mariona BD pretende resaltar la belleza de lo oscuro (ála, ahí os dejo eso...jajaja). Se pueden presentar fotografías, muñecos, comics, dibujos, maquetas, canciones, cortos, anuncios, textos, cuentos, poemas, videos, audiocuentos, vestuario....cualquier cosa vale!!
Lo que vendamos de las exposiciones irá destinado a dos posibles causas:
1. Conseguir financiación para crear un escuela de Educación Infantil con Integración para niños discapacitados y un área de Atención Temprana (para conseguir calidad de vida desde su nacimiento) en la zona Noroeste de Madrid.
2. Donar el dinero a centros de Atención Temprana.
La primera temática a llevar a cabo será Dark Caperucita. Y pretendo presentarlo en el mes de Junio. A pensar!!!!
Un besooooo.
http://www.facebook.com/pages/Mariona-BD/110653965681794
Contacto: marionagabarra@hotmail.com
viernes, 4 de marzo de 2011
jueves, 27 de enero de 2011
Poema para un sólo actor....
miércoles, 12 de enero de 2011
La Princesa Cobarde...
El Ave Fénix, conocido como “Pájaro de Fuego” se parece en forma y tamaño a un águila. Se dice que muere cada 500 años para luego renacer en toda su gloria. Se dice también que sus lágrimas son curativas.
He aquí su leyenda:
Érase una vez una princesa que vivía encerrada en un faro. El faro era el más alto del mundo, y estaba en el pico más alto de la montaña más alta, casi tocando el cielo.
Lunática, la princesa de nuestro cuento, se quedó sola cuando era muy pequeña, tan pequeña que tan sólo recordaba a sus padres por una fotografía que guardaba bajo su almohada de esparto. Como era incapaz de salir de aquel faro, se acostumbró a dormir sobre ella…
Sigamos con su historia.
Lunática vivía con el viejo Guardián del Faro, al que no pondremos nombre para no darle más importancia de la que se merece. Un hombre cubierto de maldad de abajo a arriba. Muy viejo, porque en el pueblo no se recordaba un guardián anterior a él. La pegaba unas palizas que la hacían permanecer en cama durante días. El viejo siempre decía que los padres de Lunática la abandonaron cuando era un bebé en aquel faro, y que ella debía estarle agradecida por cuidarla cuando nadie más lo hizo. Pero todos sabemos que cuando alguien hace algo por ti de corazón, no pretende que se lo agradezcas, sino que lo disfrutes…
Nuestra princesa estaba a punto de cumplir 16 años, edad en la que pasaría a ser la esposa del Guardián. Ella lo asumió sin protestar ya que sabía que, si no salía de aquel faro, jamás conocería el amor más allá de lo que le proponía el viejo…y ella era incapaz de salir de allí. Sufría de vértigo! O, al menos, eso le dijo el malvado Guardián. Le contó que sus padres la dejaron en aquel faro por eso, porque sabrían que jamás sería capaz de salir a buscarles. Se decía por el pueblo que, ella era la hija de los Reyes de Altiria, una hija tan esperada que, al nacer, tantas eran las ansias de su madre por tenerla entre los brazos, que al cogerla, la niña cayó al suelo y, desde entonces, sufría el mal de las alturas… que por eso la abandonaron, porque era demasiado débil para ser princesa.
La Princesa Cobarde pasaba las horas leyendo cuentos de princesas y príncipes. Y soñaba con que algún día, un príncipe azul vendría a rescatarla.
Una tarde, mientras Lunática limpiaba un espejo del recibidor del faro, pudo ver reflejado la puesta de sol por primera vez. Era la imagen más bonita que había visto en su vida! Se fijó con detenimiento en la escena y pudo apreciar alguien que la miraba desde ahí. Desde tan lejos no podía reconocer las facciones de quien la observaba, pero era azul! Y tan sólo los príncipes son azules! Tan sólo tenía que encontrar el valor suficiente para subir las escaleras del faro. El primer escalón fue el más difícil de superar. Nunca has sentido algo parecido? Estás al borde de un barranco y quieres saltar al mar, como han hecho los demás. Pero te da miedo! Es un miedo normal, tan sólo un subidón de adrenalina que se puede disfrutar… sabes que cuando des ese paso ya no habrá vuelta atrás y eso lo hace más emocionante. Entonces, cuando estás decidido y nada puede pararte, cuando sacas agallas suficientes para dar ese paso, ese único paso… saltas! Y es en ese justo instante cuando tu miedo llega al nivel más alto, justo cuando estás en el aire y sabes que ya está hecho.
Lunática subió aquel escalón! El resto no podrían con ella si no lo hizo el primero! Así que siguió subiendo…Pero nos olvidamos de que hay algo más poderoso que el miedo, algo que es capaz de paralizarte en un segundo, de atarte el alma con la soga cruel…la falta de confianza en uno mismo. Tan solo cuatro palabras bastaron para que Lunática quedara congelada en el séptimo escalón: “Sabes que no puedes”. El Viejo Guardián entraba por la puerta. La Princesa Cobarde salió corriendo a su habitación, y allí pasó los días llorando. Dicen que cuando nacemos tenemos un número de lágrimas contadas para utilizar en nuestra vida…Lunática debió gastarlas todas durante los siguientes días en que intentó subir ese tramo de escaleras que la llevaría a ser libre. Cuando consiguió recuperarse siguió leyendo y fantaseando con su mundo de princesas, ese que le estaba predestinado pero al que no la permitieron pertenecer. Y como cada uno nace con un fin, una meta, y la de Lunática era la de convertirse en princesa del reino más alto del mundo, un día, empujada por lo que se suele llamar “destino” sin pensarlo dos veces salió de su habitación y subió corriendo a lo alto del faro.
Lunática miró hacia todas partes, pero su príncipe no estaba. Trató de echar un vistazo al pueblo que tenía bajo sus pies pero empezó a marearse y trató de volver a entrar al faro. La puerta estaba cerraba. El viejo Guardián se encontraba al otro lado del cristal y la dijo: “Permanecerás ahí hasta el día de nuestra boda. Ya te advertí que no podrías estas ahí fuera”. Lunática, muerta de miedo comenzó a llorar, pero de sus ojos ya no brotaban lágrimas, las había gastado. Se hizo de noche y el viejo Guardián la dio un mendrugo de pan, agua, y una manta. Allí paso la noche.
A la mañana siguiente un canto que jamás había escuchado la despertó. Mientras conseguía adaptar la vista cegada por el amanecer comenzó a ver esa figura de color azul que descubrió mientras limpiaba el espejo. Era un pájaro! Un raro pájaro con una larga cola llena de plumas de colores y rodeado como de un aura azulada. Y era enorme! Razón más que suficiente para confundirle con un príncipe azul…
El pájaro la preguntó porqué estaba ahí arriba y ella le contó su historia. El pájaro rió al saber que aquella muchacha le había confundido con su príncipe azul. “Se nota que no sabes como es el mundo de ahí fuera” le dijo a Lunática. “Ahí fuera los príncipes ya no existen, ni los cuentos, ni la magia”. A lo que Lunática le respondió “Eso es algo que no creeré hasta verlo con mis propios ojos”.El pájaro volvió a reír y la preguntó si de veras quería verlo. Ella afirmó. “Súbete encima de mí y volaremos por todo el mundo”. Ella aterrorizada le dijo que no podía! Sufría de vértigo! El pájaro la contestó:
“El vértigo no es más que el miedo a estar lejos del suelo, y a veces eso en la vida resulta agradable.”
Y decidió darla tres días y tres noches para pensarlo y tomar una decisión en firme. Justo los días que faltaban para formalizar su matrimonio! Nuestra princesa Cobarde pasó los 3 días tratando de asomarse y mirar abajo, pero no pudo, con lo cual pensó que sería mucho más imposible volar para ella. Pero eso de que ya no habían príncipes en su mundo…tenía que verlo para creerlo!
Al amanecer del tercer día apareció el ave de nuevo. Lunática le dijo nada más verle “si, quiero ver el mundo”. “hay otra cosa que no te dije el otro día” dijo el pájaro. “Si decides ver el mundo tan sólo podrá ser durante tres días, ni uno más.” Lunática se quedó pensando unos instantes y le contestó que no la importaba.
Lunática subió al lomo de su amigo el pájaro y juntos se fueron a recorrer el mundo. Lunática pudo sentir el viento en su cara, la lluvia salpicándola, el calor abrasador del sol, las personas, animales, plantas…todo lo que constituía aquel mundo que ella no conocía. El tercer día, por la noche, el pájaro la dejó en lo alto del faro y la preguntó “¿ves como el mundo no es lo que creías?” y ella le contestó “no, es mucho mejor de lo que imaginaba. Los que sois libres no sois capaces de valorar lo que tenéis. No hay príncipes, pero hay buenas personas que se sacrifican por los otros. No hay magia, pero que es más mágico que los sentimientos que se comparten en ese mundo. No hay cuentos, pero cada uno tiene su historia, diferente, única, acaso eso no son cuentos?”.
El pájaro se fue y Lunática encontró la puerta abierta. Bajó a su habitación con la intención de recoger sus cosas y salir de aquel faro a vivir en el mundo al que pertenecía, pero…eso no era lo que el destino le tenía preparado.
El viejo Guardián entró en su habitación lleno de ira ya que Lunática desapareció el día de su boda. La pegó y al ver que no salían lágrimas de sus ojos se enzarzó con ella porque pensaba que era una forma de insultarle. La cogió por el brazo y la arrastró, ya que no podía moverse, a lo alto del faro. La asomó al acantilado y la dijo “Quieres vivir ahí de veras? Pues la única forma que encontrarás será saltar al vacío”. Lunática, sacando la poca fuerza que le quedaba se soltó de sus manos y le contestó “Prefiero saltar y ser libre que toda una vida aquí encerrada”. Y saltó. La Princesa Cobarde saltó al vacío.
Pero no, no habréis pensado en ningún momento que ese sería el final de nuestra princesa verdad? Esto es un cuento. Cierto es que no se trata de un cuento de duendes felices que pasean saltando y cantando pero, jamás, ni tan siquiera en la realidad, se escribiría un final tan duro para una persona tan VALIENTE.
Cuando el viejo Guardián se asomó para divisar el cuerpo de la joven, no vio nada! Excepto un pájaro algo raro que se marchó volando. Era ella. La princesa había sido recompensada con una segunda vida en forma de ave, para poder cumplir la misión que en realidad le correspondía por nacimiento: Velar por su pueblo. Y lo haría así, desde las alturas, para poder vigilar cada rincón y ayudar a almas que, como la suya, necesitaban alguien que les guiase y que les enseñase a creer en sus posibilidades.
Cuando la Princesa se acercó al viejo Guardián, le miró a los ojos y comenzó a llorar. Ella que había gastado todas sus lágrimas! Una de esas lágrimas cayo sobre el pecho de él y de pronto, el viejo se arrodilló y empezó a suplicarla perdón como un niño pequeño. Las lágrimas de la Princesa habían curado el alma de aquel viejo. Y, desde aquel día, nuestra pequeña Princesa Cobarde viaja por los cielos usando sus lágrimas de mejor manera que cuando era humana, curando almas y ayudando a quien lo necesita. Ella es un… “Pájaro de Fuego”.
Sus padres creyeron que era demasiado débil para reinar, el viejo Guardián pensó que era demasiado cobarde para salir del Faro, pero en mismo instante en que ella creyó en sus posibilidades se convirtió en Princesa de los cielos, y tuvo su príncipe azul, y desde donde estaba pudo ver todo su reino desde la mejor de todas las vistas.