sábado, 21 de marzo de 2020


Que yo nací loba…porque princesas sobraban  


Me escapé…!mierda! Quizás no nací para quedarme entre cuatro paredes…no sé si es adicción o miedo a volverme de piedra. Yo, que me escuché mil veces diciendo que no se puede tener todo. Yo, que pensé que inventando cuentos me daría por satisfecha. Yo, que tanto hablé de valores y me enorgullecí de saber lo que quería. Yo, bueno…TÚ.

Tú…

Luna llena, y yo ya me había cerciorado de tener las puertas y ventanas selladas. Mi tobillo atado con un hilo rojo a la pata de la cama. Luna llena, y otra vez ese dolor en el pecho, no pasaba el aire, me ahogaba, me quemaba…luna llena, y tus aullidos se volvían insoportables, la cabeza me va iba estallar.

No debía salir! La calle es peligrosa! Adictiva… o quizás eras tú el adictivo… Solamente recuerdo que no podía respirar, el pulso me iba a mil, notaba como si el corazón fuera a salirse por mi boca y…lo hice. Arranqué el hilo al que estaba atado mi tobillo (coja otra vez), corrí escaleras abajo y abrí la puerta. Recuerdo que en ese momento paré de golpe, justo en el quicio de la puerta. Sabía que si daba un paso más me tocaría enfrentarme a lo desconocido y eso es lo que más miedo nos da a los humanos: lo desconocido, la falta de garantías…”y si no sale bien?”, “y si cuando me de la vuelta la puerta está cerrada?”, “ y si hace frío”?...maldito “Y SI”…

Y fue entonces cuando apareciste, como un puto perro salvaje dentro de tu ropa de marca. Olías a madera, a lluvia, a viento. Llevabas una chaqueta gris de lana así que entiendo que hacía frío, pero yo iba descalza y solamente recuerdo calor. Pero era un calor raro…era calor de hogar, de fuego, de sol, de vida, de pasión. Contigo la ropa sobraba. Solamente dijiste una palabra: “juegas?” y entonces di aquel paso. Volvía a estar sobre el asfalto mojado, descalza, como hace años…perra, pero esta vez no era vagabunda. Esta vez salí yo de casa, para bajarme de los tacones y ponerme a cuatro patas.

Nunca olvidaré esa primera noche…nunca olvidaré esa sensación de cogerme a mí misma, de volver a abrazar lo que en realidad soy. Me sentía…libre. Sentía que podía ser yo en toda mi esencia y…hacía tanto tiempo que no sentía eso… Pasamos horas (que parecían minutos) por las calles. Yo hablaba sin parar y, aunque normalmente me pasa eso cuando estoy nerviosa, no era ese el motivo! Era que me sentía como en…casa. Que raro, tuve que salir de ella para sentirme así. Nunca habéis tenido la sensación de sentirte en casa sin estar en ella? Sentirte en casa…en una persona?...seguro que sabéis de lo que hablo. Al fin y al cabo, la palabra “CASA” no deja de significar otra cosa que “seguridad” (por eso los niños gritan “casa” para salvarse en sus juegos). Contigo podía estar desnuda, descalza, perdida…que daba igual, eras casa. En una noche te conté mis sueños,  mi extraña forma de ver la vida, cuando de pequeña soñaba con irme con el circo…parecía como si estuviera delante de un espejo.

Me llevaste a un parque. Qué diferente se vuelven las cosas de noche, sitios donde has estado se llenan de magia y se tiñen de colores que les sientan mucho mejor. Y ese parque dejó de ser una zona de juegos infantiles para ser el tablero de nuestro juego. 
Yo hablaba, como siempre, tú me mirabas con gesto amable, como quien observa a un niño jugando a escondidas. De pronto me di cuenta de que tu mano acariciaba la mía. Fue ahí cuando fui consciente de que llevaba sin sentir el contacto demasiado tiempo…sabía que no era lo que debía hacer, pero ¡joder! ¡Lo necesitaba tanto!
Nuestras manos jugaban mientras yo seguía hablando, estaba tan cómoda, sentía que me escuchabas…te miraba a los ojos sin callar y tu reías calmado y te acercabas cada vez más a mí. Entonces me acariciaste la cara y acercaste tus labios a los míos y yo callé. 
Creo que no me equivocaría si catalogase ese beso como el más “real” que he sentido en mi vida. Ni tú preguntaste ni yo contesté. Ambos sabíamos que esos besos tenían tanto de reales como de traidores, pero es que yo…yo nunca dije que lo hubiera hecho todo bien en esta vida.

Pero empezó a salir el sol y me vi de nuevo en el quicio de aquella puerta. Me preguntaste por qué volvía a entrar…no supe, tampoco quise, explicarte lo que era estar en la calle…¿de veras no viste mi marca del cuello?...estuviste muy cerca… Miraste mi hilo rojo del tobillo y simplemente entré. Me quedé apoyada sobre la puerta cerrada durante varios minutos. No volví a atar mi hilo rojo.

Y el sol volvía a esconderse al día siguiente. Y aunque no era luna llena mi ventana estaba abierta, y tu olor a madera volvía hasta mi…y yo volvía a bajar aquellas escaleras. Y volvía a cruzar esa puerta. Y vivía las aventuras más increíbles con las que una vez soñé. 
Cocinamos sushi dulce, atravesé cristales, jugamos como niños, bailamos bachata, nos colamos en parques de bolas, dejaba botellas de agua por todas partes, hicimos pactos en un cuaderno de sueños, improvisamos pic-nics, dirigimos coches perdidos, inventamos el fin del mundo en una barca hacia el horizonte, la gente nos miraba con envidia…  
Y cada mañana, antes de que amaneciera, volvía a entrar de nuevo en mi casa. Y cada vez que cerraba la puerta dejándote fuera volvías a preguntarme susurrando “¿porqué vuelves?”…y como siempre…yo callaba.

Poco a poco fui dejando de ser princesa para convertirme yo en la que aullase a la luna. Cambié mi ropa de marca por algo más cómodo. Me solté el pelo y dejé de arreglármelo. Mi cuerpo se movía prácticamente solo…. Me hacías sentir joven, única, diferente, valiente…libre. 
Y parece que me acostumbré a ti en un solo día…que en un solo baile te entregué mi vida.

No fue mucho tiempo, pero te juro que sentí que eras esa parte que me faltaba para completarme. Muchas veces he escuchado las teorías sobre el “amor a primera vista”, los “flechazos” y la gente que se empeña en decir que son tan solo ideas de románticos y escritores, pues yo lo he rozado. Y si miras dentro de ti, sabes que tú también. Lo rozaste…pero da miedo. Es tan intenso que se escapa de la lógica. 
Aparece alguien que encaja perfectamente en ti, sin necesidad de hacer ningún tipo de recorte. Lo sentiste, estoy segura.

Pasaron los meses, y una madrugada de camino a casa me hiciste la pregunta antes de llegar a la puerta. Yo iba delante de ti, tiraste de mi brazo con fuerza hasta quedar a penas a unos milímetros: “¿porqué vuelves?”. Me giré y te llevé a primera ventana que encontré. Te brillaban los ojos. A mi me faltaba el aire. Y entonces quisiste entrar. 
Te advertí…!los humanos  saben cómo hacerlo! Todo parece ser perfecto…!pero es una farsa! Te incitan con ropas de marca, sus billetes de colores, eso que llaman “hogar”…huele a café, parece que hace calor pero en cuestión de tiempo te conviertes en hielo. Parecías un niño con un juguete nuevo, tus ojos brillaban al mirar hacia arriba y ver un techo…me ofreciste tu mano para ayudarme a entrar, pero me quedé en la puerta, esperándote. 
Tu no volviste a salir…

Nunca entendí que te dejaras cazar. Jamás entendí tu obsesión por entrar. Decías que todo parecía más fácil ahí dentro…cobarde! Dentro…alguien como tú muere en vida! Es como un dulce veneno suministrado gota a gota, que te va matando poco a poco.
La monotonía, los estándares sociales, las normas que te dicen hasta cuándo respirar y el ritmo exigido, los pasos que DEBES seguir en el amor (en el AMOR!), la edad a la que DEBES ser padre, el tipo de pareja con la que DEBES estar, el maquillaje que DEBES usar, lo que está bien y lo que está mal, lo que DEBES sentir…

Te dejaba botellas de agua por todas partes…ahora entiendes porque? De veras no te ahogas? Ahora beberás en vaso…de cristal! Cuidado que se rompen con mirarlos! Ah! Y aprende a expresarte bien, que ahí nadie terminará tus frases ;). El “peto” me lo quedo yo, tu vístete de marca.

Te explico cómo funciona lo que has elegido:

Estudia y, cuando termines, busca un buen trabajo (recuerda: cuánto más dinero, más importante serás). 
No trabajes menos de 60h a la semana, está mal visto que tengas tiempo para ti pudiendo ser horas más rentables. 
Échate novia cuando lo hagan tus amigos, sino corres el riesgo de ser el “raro” o quedarte solo. A ser posible ella debería ser menor que tú o de tu edad (aquí funciona así, hay un documento llamado DNI que marca a quien debes acercarte), a poder ser que hable poco, sea conformista, y tenga una buena posición y saber estar, que sepa llevar tacones y el pelo arreglado (vas entendiendo por qué no llegué a encajar, verdad? ;) ). Lo que sientas por ella tampoco importa mucho si cumple los requisitos, porque…cuando no hay nada contra lo que luchar todo es más fácil. 
Cuando llevéis tres años más o menos pídela matrimonio con un anillo y poniéndote de rodillas, casaos, y al año tened vuestro primer hijo.  Mucho cuidado que ella no pase de los 35! Sería terrible de cara a los demás!!  (aquí los tiempos son muy importantes). Ya habrás conseguido TU FAMILIA!! (y esto, es una de las cosas más importantes en esta vida, tanto dentro como fuera de esas paredes). Ahora solamente tienes que seguir trabajando para seguir ganando más dinero, aguantar en tu matrimonio “perfecto” según las reglas y transmitirles a tus hijos las normas de esta vida para hacer las cosas bien (no hablamos de felicidad) y NO SUFRIR. (Pero recuerda….ni sufrir, ni ser feliz…NO EXISTE LA UNA SIN LA OTRA).

Guarda bien tu lista de tareas, amor, y no te desvíes…pero, cuando sientas que te ahogas, que tu cuerpo está dormido, que no eres capaz de escuchar tu corazón, procura que tu hilo esté bien sujeto a la pata de tu cama, porque te aseguro que escucharas mis aullidos y, te van a volver loco.

Yo tan solo puedo ofrecerte calor… la piel erizada, miedo quizás, pero también ilusión, risas, pies descalzos…Tengo noches de peli y mantita, pero cada día en un sitio y pocas veces llegarás al final de la película…te puedo dar una familia, que quizás no sea la estipulada pero cada uno que la forme sabrá el significado real de esa palabra, “FAMILIA”.

Yo tan solo puedo ofrecerte esa sensación de completarte sin necesidad de conocerte, esa que solamente conocemos tu y yo y que tanto miedo da. Yo tan solo puedo darte TODO.

Y mientras, me quedaré aquí, sentada en mi escritorio con mi hilo rojo en el tobillo, destrozado ya de tanto escaparme. Con los ojos cerrados para sentirme fuera. Ya no sé si nunca hay luna llena o es que no se ve desde estas 4 putas paredes... pero desde luego…ya no te escucho aullar. Te quedaste…entre 4 pareces, como un adorno más para hacer la casa bonita.

 Eres TÚ, el único que tiene garras aún para poder arrancarme de aquí, aunque me dejes marcada para siempre.

Cada uno en su casa, cuando…casa…eres TÚ.
                               
Puede que, en otro momento, en algún otro lugar, quizás simplemente…en otra vida.
2022…te echo de menos.

viernes, 1 de septiembre de 2017

La Mujer de Rojo





…Me moriré de ganas de decirte
Que te voy a echar de menos…


Me han escrito…no…nos han escrito miles de historias, amor, y sin embargo aún nadie ha conseguido el valor suficiente para contar la verdad…tan horroroso fue cuándo a mi me ayudó a tejerme por dentro? Creo que más que horroroso fue real, y es sabido que lo real, lo que eriza o rasga la piel, lo que quema por dentro…da miedo.  Pensemos entonces que esto no ha sucedido. Pensemos que es otro más de mis (nuestros) cuentos. Y démosle la fantasía que necesita para hacer justicia a nuestra historia.

Aún me recuerdo llenando aquella cesta de mimbre de harina, mantequilla y huevos…azúcar siempre tenías en tu casa. Aún no entiendo porqué me hacías llevar los huevos! Sabías lo patosa que era… Me ponía aquel poncho rojo que tanto te gustaba y salía a toda prisa. Sabes que llegaron a decir que eras mi abuela?  cada vez que lo leo no puedo evitar reír al comparar tu cuerpo perfecto con el de mi…abuela.
También dicen que atravesaba todo un bosque para ir a verte. Ahí no iban muy desencaminados…el camino era más duro y tenía más obstáculos que un frondoso y oscuro bosque.  Pero cuando conseguía llegar a tu puerta…el resto del mundo desaparecía y ya solo estábamos tu y yo. Cuantas veces me quedé a medio camino! Demasiadas, quizás. Pero es que a veces el bosque parecía invadido por la maleza y no llevaba herramientas adecuadas! Espero…sé…que lo entiendes.

Siempre era invierno…me gustaría tanto saber si tu lo recuerdas igual…te pareció invierno a ti también? Y sé que eso es imposible…pero tan solo recuerdo una noche de verano; aquella noche de verano.  Así que ya se como empezará nuestro cuento.


Érase una vez yo, Valerie. Una joven de piel blanca y pelo oscuro que vivía en un pequeño pueblecito llamado “Le Negre”. Era una de las últimas noches del mes de Septiembre. Aún hacía el mismo calor que cualquier noche de verano pero había un viento extraño y, como cada viernes, salí directa a la biblioteca para coger un nuevo libro. Cerré la pesada puerta con un gran golpe mientras luchaba contra el viento. Todos, bueno, las cinco o seis personas que estaban me miraron con mala cara y yo no pude evitar reírme (una noche me confesaste que ahí te enamoraste de mi)Dejé el libro que traía en el mostrador y acto seguido fui derecha a la cuarta librería, la que alumbraba el cartel de “Fantasía”. Pero mis manoletinas hacían mal contacto con las baldosas y terminé, como no, en el suelo. “Desde aquí aprendo a verlo todo desde otro punto de vista!” dije mientras una mano más segura que delicada me ayudó a ponerse en pié. Me perdí en tus labios mientras susurrabas un simple “estás bien?”.  Y de esa manera, entre miles de letras y de cuentos, nació nuestra historia. Recogiste el libro que iba a devolver: “Cuentos de la Noche”. Y de ahí surgió nuestra primera conversación. Resultó que vivíamos muy cerca y sin embargo no nos conocíamos. Jamás nos habíamos cruzado antes.
Las horas se convirtieron en segundos mientras nos inundábamos en historias entre susurros y las puertas de la biblioteca cerraron. Ahí estábamos, junto a una puerta cerrada en una noche de viento extraño, hablando sin parar. Seguíamos entre susurros aun fuera de la biblioteca… excusa para tenernos aún más cerca…
Comenzó a chispear, y en cuestión de un minuto nos vimos en medio de una tormenta de verano corriendo hacia un techado de la calle de en frente. “Vivías aquí al lado, verdad?”, te pregunté con ganas de más. “si….bueno…pero tengo una cabaña en el bosque donde guardo todos mis libros. Vamos?”. No me dejaste ni contestar. Agarraste mi mano, esta vez con más delicadeza que firmeza, y echamos a correr.

Esa fue la primera noche que pasé en tu cabaña. Bajo la excusa de un bloque de páginas lleno de extrañas y reales (aunque quizás solo a medias) historias de amor. Aquella noche conocí una parte mía que estaba dormida, y al mismo tiempo demostramos que en un mundo como el nuestro aún quedan atisbos de humanidad y de inocencia, que aquellos cuentos a los que la gente tachan de “bobadas para niños” un día fueron historias reales que alguien quiso dejar por escrito para que no se las llevara el viento quedando en el olvido y, de esta manera, tuviéramos a lo que agarrarnos cuando perdiéramos la fe en las personas.

Última noche del verano y aun así la poca ropa que llevábamos estaba empapada en sudor. Abrí la ventana mientras me tomaba la infusión que me preparaste. No debí hacerlo. Los animales de la noche acechaban…y sus ojos estaban preparados para la oscuridad. Me cogí el pelo para paliar el calor. Cuántas veces me dijiste después que te encantaba mi cuello al descubierto. Me miraste y sin mediar palabra, con la naturalidad de con la que la hacen los amigos de toda la vida,  te ofreciste a untarme un ungüento por el tobillo que se torció aquella tarde.  (Si tratas de recordar…seguro que escuchaste lo rápido que me latía el corazón cada vez que tu mano acariciaba mi piel…cada vez que notaba los pocos centímetros que separaban nuestras bocas…cada vez que te desprendías de una de sus prendas…) Pasamos la noche piel con piel. Era la primera vez que me sentía tan a gusto sin apenas tela…nuestras manos, entrelazadas con la inocencia con la que un niño agarra a una madre, encajaban a la perfección; nuestras curvas cambiaban de postura completamente en armonía; jugabas con mi pelo, suelto, salvaje…Pasé la noche medio despierta…o entre sueños desvelados…. Los minutos pasaban entre letras, terciopelo y miradas desnudas…y se convertían en horas…y las horas dejaban pasar la noche, una noche que no quería que terminara nunca, ya que la luz del día traería consigo preguntas, mentiras…y la realidad.

Valerie! Debiste cerrar la ventana! Me dijiste hace poco…

No tardaron ni un solo día en enterarse de lo nuestro aquellas bestias del bosque. A la mañana siguiente, mientras volvía a casa, amor, me crucé con un grupo de cazadores amigos de mis abuelos que me preguntaron de donde venía, e ilusa de mi traté de mentirles…solo tú tienes el valor de vivir dentro del bosque, y no hay nadie en toda la comarca que no lo sepa…probablemente ahí comenzó el rumor.
Pero te juro, mi vida, que no fui consciente  de todo lo que pasaba a nuestro alrededor, que viví cada día y cada noche por y para ti.

A partir de esa última noche de verano, comencé a escaparme cada viernes directa a la cabaña del bosque. Tu me esperabas con una de tus infusiones, un par de onzas de chocolate, incienso de fondo y uno de tus cuentos preparado para hacer su papel de excusa para echarnos en la cama. 
Creamos un mundo a parte…Nuestro Mundo. Mundo de citas de Cortázar y canciones furtivas. Mundo de acordes de guitarra y collares de tierra. Mundo fuera de hora y de lugar, de pecados compartidos. Mundo… fuera del Mundo. Y nos olvidamos del que nos esperaba tras la maleza.

Poco a poco pasaron de ser los viernes para ser cualquier día de la semana. Eso sí, siempre de noche. Llegué a escaparme por la ventana, lo recuerdas?  Su sueño era muy profundo…aún no entiendo como no me echó en falta en la cama…frío hasta para eso.

Duró tan poco, amor…que injusto…

Aunque él a penas notaba mis escapadas, el resto del pueblo no dejaba de hablar y…se enteró. No recuerdo todo lo que llegó a decirme, pero tampoco me importa ya. Tan solo le vi salir en busca de aquel lobo feroz del que le hablaron. Fui detrás de él, pero estaba decidido. Directo a tu…nuestra cabaña. Escopeta en mano tiró la puerta abajo. Yo lloraba y gritaba, veía todo nublado…lo recuerdo todo a saltos. Lo que sí tengo grabado a fuego fue su cara cuando te vio.

Ni lobo, ni abuela…una mujer más dulce y delicada que yo si cabe. Capaz de enamorar hasta al más fría de las fieras.

Se dio la vuelta y se fue. Tirando de mi mano, no como lo hacías tu…con brusquedad. El moratón que me salió me dolía en el pecho cada vez que lo veía los días siguientes.

Al final la decisión fue únicamente mía y no es justo culpar a otros. Ódiame a mi…me lo merezco…por cobarde, por alardear de una manera de vivir que no soy capaz de sujetar, por prometer desde el corazón sin dejar a la cabeza decidir, por darlo todo y llevármelo sin echar la mirada atrás.
Si miré atrás, Aroa, cada día que ha pasado desde entonces se me ha clavado en el costado, se me han nublado los recodos…Desde que no formas parte de mi vida se han acabado los cuentos en la noche, se me han prohibido los libros por si nos cruzamos de nuevo, no duermo por las noches porque se me acabaron las infusiones…no encuentro ese Mundo que me hacía ser yo en toda mi esencia…NUESTRO MUNDO. una parte de mi está muerta…Así que supongo que entonces puedo decir:

…que ya no puedo morir más por decirte
que te estoy echando de menos…


Así que la joven Caperucita Roja, ni era tan joven…ni llevaba una caperuza. Era una mujer con un poncho rojo, y otras veces un abrigo negro, que un día conoció a alguien a quien algunos quisieron ver como un lobo. Y en el cuento jamás hubo una abuela a la que visitar, sino una mujer preciosa que a penas me llevaba un mes de edad, y con el valor suficiente para vivir en una cabaña en el bosque junto a sus cuentos.





martes, 9 de junio de 2015

....Gato Callejero....

….gato callejero…

No soy supersticiosa…reto al destino a cruzar un gato negro en mi camino…

Más pequeños, pero más sigilosos…no muerden, pero arañan…expertos en el arte de esconderse…los gatos callejeros son mucho más peligrosos que los perros vagabundos. Un gato callejero suele estar en la calle porque él quiere, porque no aguanta estar encerrado en un hogar y echa de menos la libertad…un perro vagabundo suele estar en la calle porque le han abandonado y vive añorando un techo caliente…son… más fieles.
Menos mal que tan solo me crucé contigo…

Te colabas en mi casa haciéndome creer que no tenías que llevarte a la boca y resulta que, simplemente te gustaba la aventura y escapabas cada noche de tu casa por la rendija de la ventana de arriba mientras tu dueña dormía. Pudiendo tenerlo todo…porque renunciar a algo? En cuantas casas más habrás estado…
Me pregunto si salías por su ventana con el mismo sigilo con el que entrabas por la mía.
Debo reconocer que fui yo la que pegó el primer silbido. Te vi solo. Solo, rondando mi casa….y eras tan bonito…pequeño pero fuerte,  negro con una mancha tatuada en el lomo. También reconozco que no respondiste a mi primera llamada. Si hubo una segunda fue porque tuve la necesidad de comprobar que estabas bien. Igual se me pasó por la cabeza quedarme contigo si resultabas ser callejero…quizás. En el fondo creo que, todos los que andamos en ese momento de nuestra vida en el que nos falta algo de compañía, estamos esperando ese perro vagabundo o ese gato callejero que pasea por la calle, solo, con frío y hambre que nos veremos obligados a acoger pensando “como lo iba a dejar ahí?”, “me lo quedaré hasta que encontrarle un hogar”…y luego, casi siempre pasa, que termina siendo ese compañero fiel de por vida.
Igual te llame esa segunda vez porque echaba de menos un compañero…

Te acercaste con cuidado. Cruzaste el jardín hasta llegar a la verja de mi patio. A penas te dejaste acariciar, pero en seguida supe que, aunque anduvieras por la calle, ya habías estado bajo un techo. Ya conocías el calor de un hogar, ya te habían acariciado antes. Si rebuscabas en los cubos de basura solo tu sabes porque lo hacías. Yo me puedo hacer a la idea también.
La primera noche no quisiste entrar. Pasamos un rato “conociéndonos”. Traté de engañarte jugando, pero…ahora lo entiendo todo…te dio miedo tardar demasiado y encontrarte tu ventana cerrada.

Durante la siguiente semana salí cada noche a buscarte pero no te vi. Estuve siete días, siete! agarrándome a esa ilusión…y por fin, al octavo día, cuando ya te había guardado como una bonita anécdota (aunque dejé las puertas abiertas por si acaso), te vi de refilón por el patio. Decidí no acercarme. No sé como fui capaz de aguantar. Entonces, en cuestión de segundos, llegaste al filo de la puerta del salón. Ibas orgulloso, con la cabeza alta y tus elegantes andares. Me miraste directamente, como pidiendo permiso para entrar. Me levanté, muerta de miedo por si me llevaba un zarpazo. Me agaché para estar a tu altura…jaja…cara a cara. Y viniste a mi. Esta vez me dejaste acariciarte a la primera. Me fui a la cocina y me seguiste como si ya conocieras mi casa. Te preparé un vaso de leche. No bebiste. Volvimos al salón. Creo que contigo aprendí a calmarme, a andar sigilosamente y tranquila. Nos echamos en el sofá. Eras tan suave como había imaginado...así resultaba imposible no desearte! Al fin, algo de calor en mi casa…al fin, algo de compañía…y esa sensación de vacío tan horrible cuando te fuiste.
 Ahora puedo reconocerte que desde esa primera noche supe que eras de otra. Que te seguí cuando saliste de mi casa y te vi entrar por su ventana. También puedo reconocerte que me prometí no volver a dejarte entrar en mi casa. Prometí no involucrarme…y que si lo hacía jamás sería capaz de culparte de algo que yo misma permití. Pero sabes que? Preferí tenerte a medias que no tenerte…siempre he sido igual de estúpida.


A partir de esa noche tus visitas se hicieron más asiduas. Entrabas en mi casa con esa manera tan peculiar que tenías de pedir permiso… Yo me preparaba un colacao del que tu siempre me robabas un poco, y pasabas la noche escuchando mis “cuentos” y sin decir ni una sola palabra. Parecía el cuento de las mil una noches…que, como el sultán, mientras tuviera uno preparado no faltarías…pero yo no era una buena Sherezade…
 palabras que ahora me queman por dentrotranquila, traguñetido que no lo har la noche escuchando mis "u casa. Te preparNo venías todas las noches, pero créeme, al final era capaz de predecir cuando aparecerías. Solía ser de madrugada…llegabas a mi ventana borracho de soledad y deseando escuchar uno de mis cuentos. Y yo te esperaba, sedienta de compañía, y deseando nuevas marcas, nuevos arañazos que me hicieran sentir que aún estaba viva.  Lo malo fue que de vez en cuando venías más canalla de lo normal y decidías hacer heridas más profundas sin pensar en las consecuencias. Y al final...me acostumbré a tenerte a medias. Que gran error. Me volví sonámbula. Me acostumbré a no dormir de noche porque era el momento más bonito del día. Que triste conformarse con tan poco…pero es que ese poquito era más de lo que me habían dado. Así que finalmente si, me involucré…y si, te culpé…no puedo negarlo. Te culpé por desaparecer…de esa manera tan ruin. Sin una despedida como nos merecíamos, con mentiras, con engaños…jamás te exigí nada, jamás pregunté nada, hice como si fuéramos de mundos distintos, incapaces de entendernos porque hablábamos distintos idiomas.

Ahora te abro mi corazón, en el idioma universal, porque ya no hay promesas, prohibiciones, ni reglas…el juego ha terminado. Porque ahora puedo ser como soy yo realmente, sin miedo a perder lo que nunca existió. Puedo decirte que, si me hubieras dejado tan solo una noche entera, hubiera hecho que olvidases el camino de vuelta. Que, si no te hubiera prometido que no lo haría, hubiera luchado por ti como yo sé…con toda el alma. Que, para que tu vivieras la conciencia tranquila, tragué palabras que ahora me queman por dentro. Que, si te hubiera respetado lo poco que mereces, hubiera traficado con mis armas para abrirte en canal y llegar dentro tuyo. Que si no te has quedado es porque yo no he querido…porque te he respetado más a ti que a mi misma y mis sentimientos.  Que conmigo hubieras vivido con las ventanas abiertas y sin embargo no hubieras tenido la tentación de escapar.
Ahora…ahora puedo decirte que, cuando menos lo esperes, te acordarás de mi…que recorrerás los 36 pasos que hay hasta mi ventana y la encontrarás cerrada, y entonces, tan solo entonces podrás erguirte como persona y dejar de ser un animal. Porque siempre dijiste que lo que te acercaba a mi ventana era tu parte más animal, y yo me cosí la boca para no escupirte la realidad: la parte que viene a mis brazos es la más humana…aún no te has dado cuenta? Que si me pusieron en tu camino no era para lo que tu pensabas, sino por algo mucho más grande que ya nunca podrás comprobar.

Me despido de ti, sabiendo que seguiré buscándote cuando salga a tirar la basura, que seguiré despertando a las cinco de la madrugada esperando escuchar tus golpes, que seguiré preparándome un colacao cada noche a pesar de ser de Nesquik, que seguiré comprando sal a pesar de cocinar sin ella…que seguiré con las ventanas abiertas poniendo como excusa el calor…incluso en pleno invierno.

Me despido de ti con uno más de mis cuentos…tan solo eso…un cuento de lo que podría haber sido y ya no será. Hasta que un buen día entre alguien por aquella que en su día fue TU VENTANA y se quede a escuchar mis cuentos y a construir uno nuevo.

No soy supersticiosa…reto al destino a cruzar un gato negro en mi camino…






 




No soy supersticiosa…reto al destino a cruzar un gato negro en mi camino…







miércoles, 21 de enero de 2015

...Cuento no contado...

…Te iba a escribir el cuento más bonito del mundo…y resulta que ahora todos
tienen una historia dedicada menos tú. Imbécil…pudiste tenerlo todo! Te he llegado a amar tanto…Hubo un tiempo en que volví a creer en la inocencia, en la sinceridad…un tiempo en que conocí el verdadero significado de la palabra AMAR. Amar por encima de todo, sin prejuicios ni juicios. Amar de la manera más transparente y pura. Amar a pecho abierto. A veces echo la vista atrás y se me encoje el estómago al recordar como me pude sentir: canciones a la luna, todos de blanco en la playa, un viaje relámpago a Egipto, mis espaldas siempre cubiertas, una mano que tiraba de mi, mi vestido de novia, el poder de convertirlo todo en risa, noches buscándonos, abrazos no reclamados, medias copas de vino, rincones en cada calle, horas de conversaciones en coche, cielos de todos los colores, cuentos a medias, inviernos de 30 grados…

Dejaste de mirarme…dejaste de leerme…dejaste de escucharme y de hablarme…creo que simplemente dejaste que me fuera. Y yo…yo también dejé de mirarme, de leerme y de escucharme para vivir tratando de dártelo todo por encima de mis propias necesidades. Porque no se puede vivir tratando de hacer feliz a alguien que no quiere serlo, y a ti…a ti siempre te faltaba algo. Sabes qué? El otro día creí verte de nuevo! Te asomaste por un segundo, pasaste por encima de tu coraza…no imaginas como se retorcieron mis entrañas de amor…porque yo veo, escucho y leo. Pero se retorcieron para terminar estranguladas de dolor cuando desapareciste, y ya no aguantan más, amor…que de amor…de amor también se puede morir...y prefiero no jugármela más, que a mi me gusta mirar, escuchar y leer! Y en la vida hay muchas imágenes inolvidables, sonidos intrigantes y cuentos para acunarte, y yo quiero vivirlos todos.


El título de tu cuento…NUESTRO cuento, siempre lo tuve claro:  “A DESTIEMPO”

Porque hubo un día en que decidimos ponerle ese nombre a nuestra manera de sentir la vida juntos. Recuerdas? el destiempo para nosotros era cuando eres capaz de hacer un pic-nic en una habitación; cuando eres capaz de sentir a un pequeño como parte de tu alma de un día a otro; cuando en tiempo de feria te quedas junto al que te necesita para respirar apurando tu propio aire; cuando te presentas en una boda donde no conoces a nadie; cuando subes a un tren sabiendo que dejas TODO atrás; cuando coges una maleta sin viaje; cuando las palabras surgen inesperadas; cuando subes a un avión por un futuro en París; cuando te atreves a vivir con la inocencia de cuando eras niño; cuando no importa si es el momento adecuado para andar descalza…
Lo rozaste…lo oliste…estoy segura de que aunque no quieras reconocerlo, llegaste a sentirlo…pero da demasiado vértigo llevar la muñeca vacía…esos segundos, minutos, horas o días, (no te puedo decir cuanto tiempo fue ya que preferí vivirlo a contarlo) que fuiste capaz de no llevarlo a pesar de mirar su marca en la muñeca de reojo, fuiste alguien capaz de llenar una vida rota…y créeme cuando te digo que no volverás a sentirte más realizado ni más valioso.
Se te escapó…no llegaste a tiempo.




Pero es imposible crear una historia, aún teniendo el título perfecto, sin los personajes principales, y en este cuento que intento escribir…no soy capaz de encontrarlos…se me ha escapado el príncipe, o quizás, soy incapaz de reconocerle aunque le tenga a dos milímetros. Ya no diferencio si al que trato de presentar es el héroe o el villano. Tu que crees, amor? Enseñarle un dulce más grande del mundo a un pequeño sabiendo que no puedes dárselo es de héroes?...supongo que villano entonces.
A ella tampoco la encuentro, se me ha perdido en un bosque que no pertenece a este cuento! Creo que le dolía tanto el corazón que cogió su abrigo rojo y se echó a los lobos…
Y en cuanto al final…lo hay, parece que eso si está claro. Final sin respuestas, final de conversaciones pendientes, final con tierra de por medio, final con un sueño roto que trata de renacer, final de cobardes y traidores, final de decepciones, final capaz de hacer desvanecer toda una historia sin dejar vivo ningún recuerdo…final para siempre.

Así está la composición de la historia en este momento? Sin protagonista, con un villano al mando y con un título huérfano?...


…Te iba a escribir el cuento más bonito del mundo…lo siento, sólo me ha salido esto…





 
©Suzanne Woolcott sw3740 Tema diseñado por: compartidisimo